martes, 3 de febrero de 2009

Cantos a la libertad


través de la historia de una religiosa del siglo XIV, Rosa Villada hace un canto a la libertad en su último trabajo: El juego de Dios. Una novela que, sin llegar a ser histórica, se sirve del devenir de los años para denunciar la perenne situación de exclusión y silencio vital e intelectual en la que ha vivido la mujer. Hay, sin embargo, un curioso paralelismo: las mismas mordazas de azoraban al ser humano hace más de seis siglos siguen vigentes hoy en día. No hay hogueras, pero sí juicios sumarísimos contra aquellos que se sienten dueños de sí mismos y cantan a la libertad.

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Margarita Porete, una Beguina, una religiosa errante (pues no querían casarse ni pasar a formar parte de ninguna orden) y culta, tuvo la osadía de ayudar a los demás sin pedir nada a cambio. Hasta ahí, todo medio regular. Sin embargo, tanto ella como el resto de su orden fueron declaradas proscritas por la Iglesia, que nunca ha gustado de ofrecer excesiva libertad a los miembros femeninos de su rebaño. Declarada como hereje tras el habitual y torturante proceso, vio cómo las mismas llamas que consumían su tratado de mística (El espejo de las almas simples) acababan con su vida.

Los abogados de empresa han venido a sustituir con su sutileza a la tortura del maestro inquisidor, el potro por el despacho y la lumbre por el ostracismo social. Poco ha cambiado, sino que se lo digan a la autora, periodista de profesión, que, entre unos y otros medios, fue conminada a abandonar la oscura senda del plumilla para dedicarse a la literatura. Con fulgurante éxito al menos, pues estamos hablando de su quinto trabajo en el mercado.


Una afortunada, así se confiesa, pero sabedora de que todo acto tiene sus consecuencias y que, sin trabajo y esfuerzo, no se consiguen los sueños. Pero hay que perseguirlos, lucharlos, no enmarcarlos y hablar de ellos como algo inalcanzable. Las metas, y más si éstas nos llevan a la realización personal, pueden parecer lejanas, pero es el camino lo que importa. Mística y parloteo aparte, hay que quitarle hierro al asunto pues, como bien dice Rosa, el mundo es un gran tablero y nosotros somos las fichas. Hoy nos puede tocar ser el sufridor bueno y mañana, por la fuerza del destino o la reencarnación (quién sabrá) podemos ser los que estemos al otro lado de la mesa de despacho.

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