miércoles, 25 de febrero de 2009

¿Por qué me gusta esto?


mpreso poco menos que sobre papel de estraza, cargado de violencia, sexo contenido (y sin contener) y con una clara dicotomía entre buenos y malos, el Pulp se impuso en su momento, para nunca abandonarnos. Puede que el nuevo sistema de calificación por edades o que el falso refinamiento del gusto haya obligado a los autores a dar una vuelta de tuerca a la historia, a buscar retruécanos morales más allá del “la maté porque era mía” o “eres un bastardo y tu sala de juicio la verás… pero desde el infierno”.
(Pincha en la imagen para obtener el reportaje completo)

Nació en el primer cuarto del siglo XX. En un mundo que se veía asolado por las guerras, por la corrupción extrema y por aquellos muchachos que, sin ningún tipo de miramientos, fueron arrojados a la marmita del olvido tras dejar partes de su cuerpo en una Europa dinamitada, gaseada y con surcada de cicatrices en forma de trincheras en los cuatro puntos cardinales. La pérdida de la inocencia está en sus primeros estadios, por lo que se busca un héroe solitario, un salvador que sea capaz de enfrentarse con todo tipo de peligros. Mafiosos, ladrones, asesinos, peligrosos bandidos enmascarados y hasta extraterrestres que amenazan con invadir la Tierra.

Doc Savage, Flash Gordon y hasta el penúltimo de los rudos detectives privados entran en la catalogación. Sus creadores, jóvenes desarrapados que cobraban a dólar las noches en vela, son hoy en día musas de la literatura norteamericana. Robert Bloch, Tennessee Williams, Seabury Quinn fueron pioneros en un género consumido de forma voraz desde adolescentes a jóvenes con muchas horas libres y gran cantidad de libido no resuelta en la entrepierna. Y querían, como no, un universo bizarro, masculino, con mujeres letales, pero que se sometían con gusto y lujuria al primer golpe que les hiciera sangrar la nariz.

Ambientes oscuros cargados de exotismo y morbo para dar gusto (más de la veces con una sola mano) a una plétora de fans que podían sacar del hambre a la nada desdeñable cifra de 1.200 creadores por poco menos de diez centavos. Posteriormente cierto tipo de “cine” vino a plasmar en imagen las fantasías lesbico-vampíricas que rondaban por lo más underground de lo underground y por toda taquilla militar o de instituto. Genero B… Genero Z. Género, al fin y al cabo, que el maestro Tarantino no ha dudado en lanzar a chorro de carótida sobre la retina del espectador. ¿Ha muerto, pues, o sólo dormita esperando un siglo XXI lleno de “digitales” posibilidades?

0 comentarios: