martes, 17 de marzo de 2009

¿Quién vigila a los vigilantes?


ueno, bueno, bueno, aquí vamos otra vez con una adaptación cinematográfica de uno de los grandes clásicos del cine, Watchmen. Por resumir (para todos aquellos que no quieran darse una vuelta por el cine y prefieran acudir a la fuente original): una panda de superhéroes ser reúnen por diversas causas para… ¿ver qué se inventan los malos para terminar con el mundo? NO… ¿ver cómo Lobezno despliega sus garras para cortarle la cabeza a algún mutante de otro universo que intentan conquistar la tierra con sus amiguetes? NO… ¿vigilar a los superhéroes y sus curiosas “fronteras” entre el bien y el mal, sus “daños colaterales”, sus “idas de psique”…? Efectivamente, has acertado. La opción tercera es la correcta.

(Pincha en la imagen para obtener el reportaje completo)

Presuntamente escondido entre líneas y líneas de código digital, se encuentra el argumento de Watchmen, un cómic creado por Alan Moore (un sensacional escritor del que recomiendo Un trabajo muy sucio para echarse unas risas inteligentes) y Dave Gibbons pasada la medianía de los años 80 y que cambió tanto la narrativa como la forma de entender el cómic de superhéroes. De hecho, tiene en su haber un Premio Hugo (premio a los mejores relatos de ciencia ficción), siendo con ello único en su género.

Por hacerse una referencia espacio-temporal, la acción discurre en unos Estados Unidos que están a punto de entrar en una guerra nuclear con la Unión Soviética, todo por el mayor bien del American Way of Live y la libertad mundial . El leit motiv de la historia no es otro que el asesinato de uno de los integrantes de un particular equipo que reúne gente increíble del pasado y el presente. Watchmen tiene la habilidad de presentar a los chicos especiales con las mismas taras que los seres humanos. Gente corriente que ha de enfrentarse a dilemas éticos y morales, a zancadillas en su vida privada, trastornos, fracasos

El cómic nos cuenta la vida de los integrantes del equipo de forma enrevesada, compleja y nada lineal. Personajes que, a excepción del Doctor Manhattan (un tipo envuelto en radiación azul y que se pasea flotantemente desnudo a lo largo y ancho de todas las páginas), no poseen ninguna habilidad supernatural.

El Comediante, un ser de perfil complejo, sirve de cohesión, de liga entre los integrantes de una y otra generación de vigilantes; Rorschach, que tiene tantos escrúpulos como uñas una ballena, lleva un diario de sus acciones e investigaciones, permitiendo al lector saber cómo discurre la historia y sus particulares métodos de conseguir información; Ozymandias es el sinónimo del éxito a través del conocimiento, además de buen conocedor del dicho que reza que “una retirada a tiempo equivale a una victoria”, pues termina más o menos bien con una gran multinacional bajo el brazo; Búho Nocturno es un cuasi-plagio del Caballero Oscuro, especialista en artilugios, artefactos y gadgets sensacionales orientados a cazar a los malos, pero, por desgracia, no a aplacar sus turbios y borrosos impulsos; Espectro de Seda es el fiel reflejo de una mujer en el cómic, sensual, atrevida, picante, tendente a saltarse las normas y sí, con ropa muy ceñida; y, finalmente, está el Doctor Manhattan con su dominio del átomo y, sobre todo, con la bushística inclinación a cumplir ciegamente las órdenes del Pentágono.

Hasta aquí esta pequeña reseña del artículo escrito con la colaboración de José Luis Peralta, con el que tantas horas he pasado cribando texto, maquetando y consiguiendo las fotos apropiadas. Aunque, todo hay que decirlo, para esta entrega dejó las cosas la mar de bien preparadas. Por cierto, si alguien quiere disfrutar de una crítica un tanto distinta, no tiene más que pasarse por el blog de Nacho Vigalondo. Tronchante y bien objetivada.

0 comentarios: