domingo, 3 de mayo de 2009

Debate sobre el estado de la paranoia



ay temas que, por mucho que nos empeñemos, no pasan de moda. A poco más de una semana vista de la llamada “crisis del transporte”, me dispuse a analizar cuáles son las causas que llevan a que una mujer inunde el carrito de la compra con pollos o que otros saquen el coche del abuelo del garaje para llenar el hipotéticamente funcional depósito de gasolina. La cosa no ha cambiado mucho. A día de hoy, los medios de comunicación vienen a repetir la misma pauta con los vaivenes de la economía o con el enfriamiento porcino: vender el pánico a precio de noticias.
(Pincha en la imagen para obtener el reportaje completo)

El País se hace eco de los pronósticos económicos más agoreros; la gripe porcina alza la guadaña de una potencial pandemia devastadora; la derecha europea da la espalda a España en las medidas para la contención del desempleo. Y todo, todo, aderezado con la salsa mediática de potenciales y catastróficas situaciones.

Pedro Piqueras, director de uno de los servicios informativos más criticados por esta presunta práctica, asegura que sólo se limitan a poner delante de los ojos del espectador la realidad. De ahí a que algunos hayan “sobreexagerado” la situación, hay un paso. La culpa, si es que la hay, será de los poco propensos a contrastar puntos de vista en plena época de la sociedad de la información. ¿Y el efecto mimético? ¿Y el amarillismo? ¿Y la ausencia de la información sesuda en los mass media? Respuesta: al fin y al cabo, se sigue manteniendo, en parte, en la prensa escrita. La audiovisual, por su lado, ha adoptado el modelo norteamericano de vencer a la competencia a toda costa, por lo que amablemente recoge el testigo del extinto El Caso… para ofrecer una “información social y de servicio”. El resto, queda en nuestras manos.

Mientras tanto, un estándar comunicativo campa a sus anchas por el mundo. Un esquema que “obliga” al ciudadano a permanecer ante cualquier tipo de emisor de noticias como si le fuera la vida en ello, a la autodefensa, al consumismo, a la acaparación y al sentimiento de que, como esto no tiene solución, lo mejor es guardarse uno mismo las espaldas.

Pero, qué fue primero, el huevo o la gallina. Francisco Javier Davara, decano de Ciencias de la Información, asegura que todo profesional tiene la obligación de de tener a la veracidad, de contrastar, de verificar. “Sin embargo, no están las circunstancias como para eso”. La concentración mediática ha eliminado las líneas editoriales más dispersas, creando un sistema poco menos que bipolar y las redacciones han visto tan ajustadas sus plantillas que se limitan al escucha y resume de la rueda de prensa. No hay crítica profesional, no hay análisis más allá de las supuestas columnas de opinión. No hay hueco, en definitiva, para el nuevo periodismo, para el profesional que, ponderando todos los datos recogidos y analizando sus notas, pinta un cuadro más o menos exacto de una multi-realidad plagada de intereses sectarios.

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