martes, 17 de marzo de 2009

Murcia muere con el Trasvase


os musulmanes ya llevaban agua de las zonas húmedas a las secas mucho antes de que en esta piel de toro sufriéramos el Estado de las Autonomías. Hoy, unos cuantos centenares de años más tarde, España vuelve a ser un reino de Taifas donde unos y otros se echan los cubos a la cabeza por un quítame allá esos hectómetros cúbicos. El agua, elemento primordial para el crecimiento sostenible y el desarrollo industrial, no cumple el requisito constitucional de la solidaridad entre regiones. Lo que sí hace a la perfección es convertirse en la recurrente, maleable y arrojadiza arma política, pues no hay nada mejor para divagar (en la región castellano-manchega o en las otras) que buscar la propiedad de un recurso natural que nace, vive y muere por mor de los caprichos de la geografía.
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No hay más ciego que aquel que no quiere ver, y en este caso Partido Popular y Partido Socialista se han vendado los ojos por igual en Castilla-La Mancha. Hay que ser muy ciego, o muy obtuso, para no darse cuenta de que la Región de Murcia genera unos 15.000 millones de euros al año solamente en el sector hortofructícola y de transformación de la materia prima. Eso si no se tienen en cuenta los otros tantos miles que entran en juego con los sectores afines: transporte, marketing, ventas, publicidad… y, cómo no, inmobiliario. Una región con más tres millones de habitantes (población fija) y casi el triple flotante para la que el abastecimiento hídrico mediante desalinizadoras y plantas potabilizadoras es literalmente imposible, tanto a nivel de costes como de producción.

Las Cortes manchegas, con quijotesco afán, vendieron a los cuatro vientos la foto de un nuevo Estatuto firmado bajo el parasol del consenso. Algo que, a todas luces, sabían que era de imposible aprobación. No por el texto en sí, sino por la idea de la extinción del Trasvase Tajo-Segura en el 2015. Ahora, tras el tirón de orejas de sus primos de Madrid, que no ven con buenos ojos el posible descalabro electoral en dos regiones como Murcia y Valencia (muchísimo más ricas que la de Barreda y afines, by the way), devuelven a los corrales la herencia pantanera del “tío paco”. Con el super-liminal mensaje de que se fumen todo lo que quieran en el Palacio de Fuensalida, pero que no jueguen con los Doritos de los demás cuando les entre la gula ciega, ojo.

Por otro lado, resulta irónico que Castilla-La Mancha, siendo la cuenca cedente, tenga la necesidad de poner en su nuevo Texto Marco regional el potencial cierre del grifo siempre y cuando no sea “para abastecimiento humano”. Ilógico, fuera de lugar y hasta ignorante, puesto que la Ley dice que, al ostentar la condición de cedente, puede utilizar el agua para lo que le de la gana. Eso sí, no para embalsarla, sino para invertirla. El problema es que no hay nada en el secarral manchego donde poner los hectómetros y hectómetros cúbicos que se dejarían de enviar a Murcia y Valencia. Un potencial debate, pues, queda desierto antes de haber empezado.

Como siempre, el ciudadano, tendente en exceso a permanecer desinformado (más por la estructura de los medios de comunicación que por otra cosa), escucha día sí y día también patrañas del estilo “el agua se usa para regar campos de golf”. Algo completamente imposible, si se tiene en cuenta la depuración y el tratamiento que tiene que sufrir la pobre para que los más poderosos tengan inmensos patios verdes donde poder pasearse con sus palitos y sus cochecitos eléctricos.

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